En la tarde del 8 de noviembre de 1895 Wilhelm Conrad Roentgen hizo un descubrimiento muy importante que cambiaría y revolucionaría el mundo de la medicina. Mientras estaba experimentando en su laboratorio, notó que por medio de un tipo de radiación podría ver a través de materiales, incluyendo su piel. El denominó este fenómeno como “Rayos X” por su origen desconocido y gracias a su excelente descubrimiento ganó el primer Premio Nóbel de Física en 1901.
La primera radiogafía que Roentgen tomó causó un gran impacto en todo el mundo y en la actualidad es un documento histórico. La imagen pertenecía nada más y nada menos que a la mano izquierda de Anna Bertha Ludwig; su esposa. Se dice que Anna escuchó la llamada de su marido y acudió de inmediato. Wilhelm le solicitó que pusiera su mano en un extraño aparato. Tuvo que estar sin moverse por más de quince minutos y luego Roentgen le mostró la que sería la primera radiografía. Se podían ver todos los huesos de su mano y además se distinguía su anillo de compromiso. Está descrito que su reacción, al igual que la de mucha gente de la época, fue una mezcla de fascinación y temor, ya que el hecho de poder distinguir todos sus huesos la hacía sentirse cercana a la muerte y ya jamás quiso pareticipar en sus experimentos.
Como curiosidad, Roentgen rechazó, por razones éticas, registrar cualquier patente relacionada con los Rayos X, ya que argumentaba que la única manera de que las investigaciones siguieran creciendo era que los Rayos X fueran libres.
Así es como en la actualidad seguimos recordando al pionero de la Radiología y que sin duda su descubrimiento tan espontáneo revolucionó la ciencia y la medicina generación tras generación.